jueves, 29 de octubre de 2015

Y sigue la crónica...

Soy Lisbeth, el próximo año estaré disfrutando de grado once junto con los compañeros que aprueben el año y me siento orgullosa de saber que es poco el tiempo que he desperdiciado, porque aquel que aún no sabe el valor tan inmenso de la lectura está perdiendo la posibilidad de conocer un nuevo mundo.

De eso se trata la lectura, de permitir que el alma de un libro pueda inmiscuirse en nuestra vida, en nuestra realidad.

Al leer bien, podemos sentirnos en el aire, meternos en la vida del escritor, saber de sus sentimientos y hacerlos parte de los nuestros.
Algunas personas dicen que la lectura es un medio de transporte y yo les doy la razón, aunque eso sólo lo sabe quién en realidad ama y goza de la lectura.
En días de tristeza podemos ver cómo al sumergirnos en la eternidad de un libro se borran todas las tristezas y el alma del escritor junto con la del lector sale a flote recorriendo cada uno de los lugares más recónditos e impresionantes del mundo logrando así un pasatiempo diferente, un pasatiempo “ÚNICO”.

En algunos salones puedo ver estudiantes que se alejan para leer, en otros todo lo contrario, se forman grupos de lectura silenciosos, apacibles, como si no estuvieran. El ambiente en mi salón es algo gélido, pero me agrada ver que en tiempos libres la gran mayoría intenta buscar un refugio en la lectura porque saben que siempre lo encontrarán.
Ahora bien, si vamos a hablar de las mágicas ventajas que tiene la lectura en sí podríamos destacar lo siguiente:
·         La posibilidad de un mejor dialecto
·         Mejora de la ortografía
·         Conocer el verdadero poder de nuestra imaginación, etc.

Los libros muchas veces carecen de mucho peligro, pues los lectores estamos expuestos a que ellos generen en nosotros cambios repentinos debido a su contenido, ese es el poder de los libros: ¡cambiarnos!


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